sábado, 31 de enero de 2015

Esterilidad II

¿Borbotones, salen a borbotones?
No, son solo burbujas que marchitan antes de florecer. Es todo muy divertido porque el mundo me viola y tengo todas las cartas para tener decenas de quintillizos, y sin embargo mi útero está reseco.
Mi mente vaga y gira y da vueltas, tantas vueltas que marea y confunde, pero ahí se queda. Estoy exhausta, atosigada por tanta mierda. Las ideas apenas burbujean y se van, y vienen otras y luego vuelven, pero este éxtasis mental no llega a mis manos. Necesito soltarlo. Necesito parir, vomitar de una puta vez. ¿El amor, qué es el amor? Un rayo de luna.

---

Fran, es más fácil mentir que decir la verdad, compréndelo. Cuando hablamos (de año en año) finjo ser un esperpento de "my little poney" porque es más facil que admitir que estoy rota en muchos sentidos. Soy una cebolla de muchas capas, y lloro porque mi propio jugo me escuece los ojos. Te conté solo mis problemas superficiales, académicos, intentado amenizarlos. Luego están mis problemas mentales, que son peores. Te cuento aunque no me leas:

Me evado en la gilipollez, en la alegría superficial, en gastar dinero como una subnormal, en perder las tardes enteras como un mono sapiens delante del ordenador. Me he obsesionado con el maquillaje y los potingues para distraer mi cabeza de la paranoia que tengo encima. De vez en cuando también me emborracho porque es otra estúpida forma de evadirme.

En los estudios me va mal. Apruebo 9 de 10, sin contar las pendientes; entonces serían 10 de 12. Con latín hago lo que puedo, con griego me he rendido, que sea lo que la profesora quiera. Es una gran pollada tener que aprobar griego sin haberlo dado nunca, la verdad. Se debe a esta piltrafa burocrática de sistema educativo.
Todos los profesores me dicen lo mismo: que administre el tiempo, porque en los exámenes nunca me da tiempo a hacerlo todo. Es verdad, pero no sé como solucionarlo. Literatura universal es mi asignatura favorita y no llego al 8 por aquello del tiempo. Me da mucha rabia entender mejor que muchos compañeros la filosofía, la literatura, el latín, la historia, todo, y luego sacar notas de mierda debido a asuntos que se escapan a mi voluntad: mi lentitud y mi escasa capacidad memorística. Mis notas no son justas respecto a mi entendimiento. Otros alumnos tragan y vomitan en los exámenes para olvidar. Yo absorbo, comprendo y cuento a mi manera; luego mantengo esos conocimientos para aplicarlos a ámbitos inconexos. No soy una impresora con escáner. Estoy muy desilusionada con los estudios. No soy capaz de sacar más de un 7 o un 8. En el primer examen de lectura de lengua (El Árbol de la Ciencia) saqué un 9'9. En el examen de Los Girasoles Ciegos he sacado un 4'7 por eso del tiempo. Como Carlos Alegría, me estoy rindiendo poco a poco, aunque en un contexto mucho más ridículo. Estoy muy segura de que cualquier psiquiatra interesado en mi caso se daría cuenta de que tengo una enfermedad mental nueva: el hiperbolismo, cuyo síntoma más notorio es hacer montañas a partir de granos de arena.
Por cierto, si ya estaba mal de la cabeza, El Árbol de la Ciencia ha emparanoyado mi vida y se ha convertido en uno de mis libros favoritos. Pío Baroja tiene un escalofriante parecido mental conmigo.

Estoy desilusionada de la vida, de la sociedad, de la muerte, del amor, de la inspiración.
¿Por qué? Bueno, está todo muy entrelazado. Estoy desilusionada de la vida porque depende de forma excesiva de la sociedad, que me desagrada. Estoy desilusionada de la sociedad porque es el reflejo de la política (entiéndase política como sinónimo de pantomima, ridiculez, egoísmo e hipocresía), porque la gente es dogmática en grado sumo, porque tienen miedo al cambio, porque prefieren el árbol de la vida al árbol de la ciencia, porque están robotizados por la tradición y por lo establecido y son felices así; no se dan cuenta o les da igual. Me da mucho coraje lo establecido, las normas sociales y los lazos afectivos obligados. Y como persona que soy, estoy ligada por esos lazos a la sociedad establecida, que determina mi vida. Me angustia mucho esta realidad.
También estoy desilusionada de la muerte, o más bien de la concepción de muerte que socialmente se ha establecido (lazos, lazos). Creo que ya has leído lo que pienso de este tema; no le tengo miedo a la muerte en sí, sino a lo que pueda ocurrir a los demás cuando muera, y no poder hacer nada. Pero imagino que para entonces me dará igual porque estaré en la negra inconsciencia eterna y por fin dejaré de pensar. Aunque mientras tanto me emparanoye por lo que pueda dejar atrás.
Todavía con el tema de la muerte, está el asunto de mi cuerpo. No quiero que me entierren porque para vivir en una caja, toda mi vida he vivido (y probablemente viviré) en la caja social. No sé si quiero que me incineren porque la ceniza no vuelve al ciclo. Me parece mejor que tiren mi cadáver al campo y que me devoren los bichos. Eso sí que sería fundirme con la naturaleza, como los del Romanticismo. También está la posibilidad de auto-donarme a la ciencia; que los estudiantes de medicina jueguen con mis riñones y esas cosas. Sería algo útil para la sociedad, aunque la deteste como buena misántropa (...cada vez más).
Estoy desilusionada del amor porque se agota, porque más que "querer" se convierte en "deber", y ataduras, y lazos, y esposas. Y cuando te quieres dar cuenta, lo que empezó con una mirada chispeante y un beso ha acabado con tener que ir a ver a sus padres cada x tiempo, porque terminar supondría romper muchos lazos afectivos, cambiar de rutina, cambiarlo todo. Y el ser humano, como ya he dicho, desconfía del cambio; yo incluida. Además, el amor es una convención social para tener sexo sin escandalizar al resto, y como ya he dicho, desconfío de la sociedad. Aunque sigue siendo, a primera instancia, un sentimiento inigualable; lo más hermoso que se ha podido inventar.

La inspiración es una de mis espinas más hondamente clavadas. Se ha ido, se ha esfumado. Estoy tan mentalmente saturada que no consigo escribir nada productivo excepto alguna cosa esporádica y de sabor amargo que no me libera. El verso ya no me satisface, es demasiada preocupación por la forma y cada vez me convenzo más de que el contenido es lo único importante. Por eso me he inventado un nuevo estilo literario y es este, que también escribe Juan José Millás en sus columnas: el estilo que nos da la gana. ¿Prosa poética? No sé, no creo porque al menos los míos no tienen ritmo ni nada, y tampoco pretenden crear belleza... Es prosa, insulto, blasfemo, hablo en metáfora, me lío a alegorías, de vez en cuando rimo, si me apetece hablo en verso. Así que eso; cuando escribo, si es que escribo y no se queda en un gesto del lápiz sobre el papel, hago lo que me da la gana.
Es un suplicio bullir de excitación cerebral y no escribir nada. Y es que no lo consigo, no puedo, hay unas piedras acumuladas en el torrente de mi cabeza, impidiendo el paso del agua. No sé qué me pasa, me angustia muchísimo. Me siento estéril. No tienes ni idea de cuántos abortos literarios estoy viviendo. Y todos quedan en una palabra vana, o simplemente en el pensamiento. Yo tenía hijos de papel y tinta, ¿sabes? Pero ahora tengo ideas en ebullición mental y no consigo escribir, hay veces que ni me apetece, siquiera. El mundo me viola, y me viola, y me viola; y nuestros hijos ni siquiera llegan a cigoto. Tengo el papel, tengo la tinta, pero no puedo unirlas. Mi inspiración uterina está muerta y tengo miedo. Yo quería vivir de eso, pero ahora no sé qué hacer con mi vida. ¿Ves? Estoy desilusionada de la vida.
No escribo y a veces tengo ganas de morirme. Mi novio dice que no es verdad que quiera morirme y le digo que tiene razón, que es una media verdad. Que estoy medio muerta, que vivo una media vida de medios valles, de medios ríos, de medias lunas, de medias tintas. Que él es mi medio amor. Y le duele. Y me duele.






Esterilidad I

-¿Estás bien?
-No, o sí, no sé. Estoy borracha y un mundo de bolsos se desmorona a mi alrededor.
-¿Con quién estás?
-Sola, como siempre. Odio el mundo. No digas lol. Lol es una zorra presuntuosa.
-¿Dónde estás, en casa? Espero que estés bien.
-Estoy en casa. Si no, no tendría wifi, idiota.
-Bueno... es verdad. Pero podrías haber usado el wifi de algún bar. Quédate ahí, ¿vale?
-Meh.
-¿Puedes venir mañana a mi casa?
-No.
-No quiero que estés sola estando así.
-Quiero estar sola.
-...Vale.
-He bebido seis jarras y puedo escribir. Dame un premio. Me emborraché fuera y volví a casa. Llovía, como en Werther.
-Me tienes preocupado.
-¿Por qué? No tengo pistola para suicidarme. Werther no se emborrachaba, él ya estaba colgado por genética. Me he comprado dos vaqueros, unas converse, una paleta y un champú.
-Si no vendiste las cosas, ¿cómo compraste eso?
-Mi madre me dio dinero. Yo quería comprar otras cosas con el dinero que ganara. Bueno, no... Quería soñar que lo gastaba y guardarlo. Soy idiota.
-No, no lo eres. Entonces los dos somos idiotas.
-Sí lo soy. Gasto lo que no tengo en tonterías. Debería gastar en tinta y papel lo que ganara pariendo hijos de papel y tinta. Pero soy estéril... Tengo papel y tinta pero no se unen.
-¿Qué quieres que haga? Quiero abrazarte y decirte que todo está y estará bien.
-Pero eso sería una mentira.
-Solo sería mentira si crees que lo es. Tú misma puedes mejorarlo.
-Pero soy estéril, se me ha olvidado parir.
-¿Qué quieres decir con "estéril"?
-Que no puedo escribir. He abortado mucho.
-Solo tienes un bloqueo de escritor, espera a la inspiración y volverá.
-Me ahogo. ¿Y si lo pierdo? He perdido a muchos ya. Ya ni siquiera llegan a cigotos. ¿Y si me olvido? ¿Y si se acaba? ¿Y si me conformo a ser normal?
-Ana, estás borracha, te estás yendo. No puedo hablarte cuando estás así.
-Estoy diciendo lo que siempre pienso pero nunca digo porque no quiero que nadie piense que estoy loca.
-No estás loca. Solo piensas cosas que no son verdad.
-Me dicen que qué tal estoy y miento. Cuento fruslerías. Mi verdad es que no escribo y quiero morirme.
-No, no quieres.
-Tienes razón. Es una media verdad. Y por tanto estoy medio muerta, y vivo una media vida de medios valles y medios ríos y media luna... Adiós, medio amor.
-...
-Lo siento. Gracias.