miércoles, 1 de abril de 2015

Realidad

Capturaban estrellas de agua y luz, las capturaban con las manos, en el cielo, resplandeciendo en el aire. Se decían el uno al otro que las estrellas eran infinitas y que el mundo, en su órbita, era eterno y constante, independientemente de los cataclismos exteriores, de las estrellas muertas y los abismos negros. Vivían en una burbuja cósmica de luz y sombras; eran astros de órbita recíproca e inarmónica.
Un día se acabaron las lluvias de estrellas de agua y luz. Fue un proceso paulatino. Pero un día ya no hubo. Y entonces supe que la burbuja llevaba tiempo pinchada. Que el mundo había reventado nuestra pompa de jabón. Y que ya no éramos parte del todo que habíamos sido; que nuestras órbitas habían migrado; que sólo podíamos girar sobre nosotros mismos.

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