sábado, 28 de febrero de 2015

Los Sonámbulos 1

Niebla lúcida alumbra la senda del bosque de la autodestrucción. Un dragón rodea las raíces del gran árbol, pretende beber su savia congelada. Ella no tiene más ganas de granizado. La senda se oscurece y los árboles gimen por el viento. Camina. La niebla se va, los helechos rojos la acarician. El sol y la luna se miran melancólicamente al pasar y las estrellas les espían entre las nubes. Ella pisa y cae; en la negrura subterránea mira al infinito. Cae sangre gota a gota. Trepa y duerme.
Batir de pestañas y oscuridad, no hay viento; quietud. Susurra algo. Dice algo. Grita algo. Hay un ruido de pasos en la oscuridad hacia ella. Pregunta. Silencio. Vuelve a preguntar. Silencio. Él coge su mano. Ella retrocede. Él la arrastra por los túneles. Oscuridad, penumbra, claridad, luz. Están en el bosque. Ojos verdes, piel tostada, pelo ébano. Ella pregunta otra vez. Él no entiende. Gesticula. Él habla el idioma de los sonámbulos. Señala al bosque. Van hacia allí, rumor de río que llora con lágrimas de niño. Ella no sabe dónde está. Tampoco sabe su nombre. Pelo gris, ojos grises, piel blanca pecosa.

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