sábado, 28 de febrero de 2015

Ceniza y bagatela

Pestañas jocosas parpadean levemente,
como un abanico, como un colibrí.
Iris ceniza, piel ceniza, pelo ceniza,
el polvo va al viento levemente.
Mente ceniza, inmaterial y pesada, permanece.
Metal amarillo efímero,
el azul prosigue.
Tristeza avioletada,
cansancio ocular no, mental,
no hay gafas que lo solucionen.
Quizá pastillas, mejor palabras.
Pestañas pesadas aletean levemente,
se desprende elixir plateado en un parpateo.
El metal ceniza también va
al viento levemente.
Pero en la mente la ceniza permanece.

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La mente permanece, arráncamela.
Tírala a la basura o cómetela,
hiérvela, extrae su sustancia,
dime qué ves porque es mía y yo no lo sé.
Plata lunar neurológica ilógica,
vacío semiinfinito desnatado,
tofu apocalíptico vomitivo preliminar,
estallido violento psico-visceral.
¡Viva la bagatela!
La noto en mi sangre,
la muerte, la bohemia, el cinismo,
la sorna, el llanto, el espanto,
la risa, la ironía, el existencialismo,
qué cojones,
noto en mí el esperpento.

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Bipolaridad total,
soledad absoluta,
el misterio de mis ojos
seguro que con un ahumado se acentúa.
¡Salmón! ¡Merluza!
Ceniza. Plomo.
Independencia y mi alma se desmenuza.
Río.
"Va al mar, que es el morir".

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La ceniza es el despojo que deja tras de sí el fuego.
El fuego se consume y la ceniza permanece o se va al viento.
O es barrida. O desaparece. O se queda.
Yo me he consumido.
Silencio.


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